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Streaming, el nuevo consumo: pagar para sostener una escena

La manera de consumo para ver a nuestros artistas preferidos cambió a una forma virtual. Desde el comienzo de la cuarentena, el mundo de las transmisiones on line es moneda corriente pero: ¿hasta dónde es rentable?

La propuesta de los streamings en diferentes plataformas permiten estar en distintos lugares al mismo tiempo. Disfrutar de la “presencia” de lxs artistas en nuestra casa o espacio de reunión. Un televisor prendido con una sesión de música electrónica, un celular y un parlante con una fiesta de cachengue o una computadora con un artista de cuarteto simulando estar en “el baile”. Transmisiones que intentan recrear el espacio que agrupaba a la gente a través de las figuras centrales que convocaban al público. 

Ahora bien, aquí es donde la escena muestra su faceta de industria ya que los y las artistas tienen como profesión ser DJ, trabajo por el cual cobran una remuneración y se convierte en un ingreso para afrontar su vida. En fin, hacer streaming o montar una transmisión en vivo es un gasto que tiene que afrontar el artista sin retribución por su trabajo.

Foto: Ilustración web en Max Camuñas

¿Pagar o no pagar?

El círculo en la “vieja normalidad” para un espectáculo era la venta de tickets para afrontar una serie de contratos comerciales. La productora recaudaba dinero para cumplir con la remuneración del artista y todo el montaje alrededor del show.

Los eventos a los que estábamos acostumbrados a concurrir eran elegidos por algo puntual: artista, el lugar, las comodidades del lugar, la calidad de eventos, y lo que ofrecía la productora en su propuesta para interactuar o sorprender al público. Todos estos factores que elegimos como espectadores, a la hora de asistir a un evento, incidían al momento de abonar un ticket.

Creador: TommL | Imagen propiedad de: Getty Images

Con la “nueva normalidad” la forma de acercarnos a nuestros artistas es vía Youtube, Twitch, Facebook, Periscope. Un momento desigual ya que el o la DJs no reciben remuneración alguna por su trabajo de pasar música. Muchos hacen el esfuerzo por llevar adelante sus streamings. Ahora es donde se abre el debate sobre los nuevos consumos: pagar o no.

Reconvertirse es encontrar formas para sostener la escena de la electrónica en Córdoba y que no se desarme lo que tardó años en levantar. La alternativa que se abre es hacer el camino para que los streaming sean monetizables. Volver a armar el circuito de la industria. La productora crea el evento transmisible, el público elige cual evento le gusta y paga. Con lo recaudado el DJ recibe una remuneración que le sirve para producir más música y de esta manera echar a andar el círculo económico de la electrónica en nuestra ciudad

Un mundo todos los mundos

La conectividad -o globalización- nos permite disfrutar a nuestros DJs desde cualquier punto del mundo. Y hasta se puede estar viendo y escuchando de manera simultánea diferentes géneros dentro de cada nicho. Tal vez en una sala se pueda escuchar a Guy J y en otra Charlotte de Witte

La electrónica vive estos consumos como todos los otros espacios. Alguien que tiene gustos variados dentro de la electrónica puede elegir un fin de semana escuchar a diferentes artistas sin tener que moverse de su comedor.


El cambio de canal transporta al público de un lugar al otro con solo un click o movimiento de la mano. Podes pasar de escuchar a Henry Saiz a Ezequiel Arias o de Carl Cox a Maia Dross en un toque. La conectividad en todo su esplendor.

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