Nina Kraviz es DJ, productora, label-manager, modelo, dentista y, además, se toma el tiempo de responder críticas sexistas. Un sonido propio y con identidad resume una carrera llena de éxitos, marcada por los vinilos, el techno y la experimentación.
Nina Kraviz es una super estrella de la música electrónica y de las más importantes referencias del techno actual. Es una DJ que destaca, de eso no hay dudas. Y las razones por las que destaca es un combo exquisito entre su música, sus sets, sus propuestas artísticas, por su personalidad y su forma de encarar la vida y hasta por su historia.
Su música y sus sets son composiciones arriesgadas. Si nos ponemos a etiquetar, predomina el acid techno de los años 90 pero, en realidad, no tiene límites a la hora de experimentar con cualquier género: techno clásico, trance, psy-trance, disco, garage house. Muy old school.
Tiene un carisma muy especial, es innegable. Todos hemos visto los videos de Nina bailando en la cabina durante sus sets. Pero el éxito de su carrera se apoyó en su pasión por la música. Sin esa cuota de fervor no hubiera soportado los obstáculos que se presentan cuando una mujer busca trascender (¡vaya atrevimiento!).
De Rusia, con amor
Nina Kraviz nació en la ciudad Irkutsk, ubicada en la Siberia rusa. Esta zona es conocida por su vasto terreno, con geografía rocosa y accidentada y con climas extremos, sobretodo en invierno. No es casualidad entonces que Nina, en una entrevista con el portal Moscow For People, haya elegido la palabra “crudo” para describir su enfoque musical, prueba de que el contexto influye sobre la creatividad.
Su padre es una persona “muy educada musicalmente”, dice Nina en una nota con Resident Advisor. Fue él quien inculcó su pasión por la música y, aún más importante, la búsqueda de nuevos límites musicales; esa actitud detectivezca e inquieta que la hacía buscar discos en casas de vinilos y explorar otras facetas no tan superficiales.
Corría la década del ‘90, por lo que la circulación de música no era digital como en nuestros tiempos si no que para conseguir una canción había que escarbar en las bateas o, sino, la radio. Así fue que Nina llegó a la música electrónica: en 1996 descubrió que por la cadena Europa Plus, a la madrugada, se transmitían largas sesiones electrónicas. Nina las grababa en cassettes para luego examinarlas.
Haber encontrado a la música electrónica en esa época moldeó su gusto musical (o simplemente encontró lo que buscaba). Sucede que, en los ‘90, el acid house y techno era el género de referencia, junto quizás al minimal y algo de house francés. Nina menciona que los tracks de Armando, DJ y productor oriundo de Chicago, tenían ese “acid-house oscuro e hipnótico” que le llamó poderosamente la atención.
Igual, aclaramos: la música en este tiempo era un hobby. Uno que ella amaba, pero no era su profesión. Y acá el primer dato curioso: Nina Kraviz es dentista de profesión. Y una muy buena, según cuenta. Dejó Irkustk para irse a Moscú a realizar su carrera, la cual terminó y luego incluso comenzó a estudiar medicina.
Mientras estudiaba, trabajaba gratis en un centro médico para veteranos. Al mismo tiempo, ya estaba inmersa en el mundo de la música. Primero comenzó a crear su estudio y sus primeras producciones hogareñas. También tenía un trío de house, llamado MySpace Rocket, donde era vocalista.
La hora de dejar el consultorio
Nina mantenía una doble vida, un alter-ego: de día en la universidad y el consultorio -también fue promotora publicitaria de una marca de cigarrillos y redactora en una revista de moda y tendencias- y una de noche. Al comienzo de los 2000 su experiencia era mayor, a la vez que su sed por crear música crecía.
En 2005 quedó seleccionada para asistir a la Red Bull Music Academy en Seattle pero no obtuvo la visa para ingresar a los Estados Unidos. Al año siguiente es invitada a la edición 2006 en Melbourne y esto sería clave en su carrera. Allí conoció a Matt Edwards, más conocido como “Radio Slave”, creador del sello británico ReKids donde Nina lanzaría su primer EP oficial en el año 2009, “Pain In The Ass”, que fue un éxito. En este release también estaba uno de sus más grandes clásicos: I’m Gonna Get You.
Previo también había publicado algunas producciones en la red social de la época MySpace, con buena recepción. Luego vendría la residencia en el club Propaganda, en Moscú, y el comienzo de la exposición pública que conduciría a la estrella que es hoy.
Además de sus poderosos sets, su música ha hablado por ella. Sus lanzamientos han sido verdaderos hits en las pistas. Tracks como I’m Gonna Get You o Ghetto Kraviz son prueba de eso. Tiene un costado experimental que confirma a Nina como una artista completa, como es el caso del álbum de 14 tracks titulado Nina Kraviz, del año 2012.
El ascenso: críticas y sexismo
El ascenso de Nina Kraviz fue arrasador. A partir de sus primeras producciones comenzó a girar por el mundo, con presentaciones en Europa, Asia y América. Su agenda, apretadísima. Sus fiestas, siempre agotadas. Crearía su propio sello, Trip, que también tuvo mucha repercusión por representar un estilo único y muy particular de música, bajo el oído curador de Nina.
La exposición creció. Llegaban las tapas de revistas y, al mismo tiempo, críticas de las cuales fue víctima repetidamente y hasta el día de hoy. Nina Kraviz fue objeto de apreciaciones poco felices y, al decir verdad, bastante injustas. En una entrevista con The Guardian, expresa que desde sus inicios el crecimiento de su carrera fue relacionado con su belleza, al punto que muchos la acusan de ser una “creación del marketing”.
En varias ocasiones fue puesta bajo sospecha de no escribir sus propias canciones. El uso de su sensualidad, tanto en su música como en sus presentaciones en vivo, fue utilizada para desprestigiar su trabajo, lo que la convierte en objeto de críticas sexistas al ser juzgada por ser mujer y expresarlo. ¿A los hombres les molesta que una mujer sea libre? Quedará para otra discusión.
En el año 2013, realizó un reportaje para Resident Advisor donde aparece en una bañera, tapándose con la espuma, y relatando su historia. Esta escena dio lugar a un sinfín de críticas en redes sociales, pero también de referentes de la música electrónica.
Uno de sus primeros mentores, el DJ británico Greg Wilson, publicó en su blog una, digamos, opinión, donde primero destacó su figura pero que debe “hacerse cargo del mito sensual que ella misma creó”.
A la polémica se sumó Maceo Plex, que cuestionó su habilidad musical bajo el pretexto de que sólo está en primeras planas por su belleza y Seth Troxler, quien directamente la llamó “perra” (“bitch” en inglés”). La crítica venía por parte de hombres, para la sorpresa de… nadie.
Pero lo más curioso es que la propia Nina aprovechó la ocasión para no esquivar el bulto y en un posteo en su Facebook expresó: “¿No están aburridos de este tema diez veces muerto como es las mujeres en la industria? ¿De esta idea de que un varón puede hacer lo que quiera y está bien y que una chica tenga que “comportarse”.”
Y disparó: “Yo soy lo que soy y hago lo que quiero. Si piensan que voy a cambiar porque no les gusta o porque están llenos de clichés y sexismo, no va a funcionar. No pueden controlar a una artista y su creatividad. El sexismo es una mierda que debe morir”.
Para graficar aún más esto, nos vamos a quedar con una anécdota acerca de su divorcio (si, estuvo casada) que Nina cuenta para Moscow For People: mientras vivían en Moscú, Nina estaba un día cocinando y escuchando algunos de sus nuevos discos que había conseguido.
En un punto, su esposo Sergey le dice: “Nina, hay algo mal con tu disco, parece que la púa de la bandeja se sale de lugar”. Esta “imperfección” era un simple loop, un kick y unas melodías que se repetían, base para cualquier producción electrónica.
Esta situación, explica Nina, fue el comienzo del fin de su matrimonio: “No tengo tiempo para gente que no acepte a la música electrónica como una forma de arte moderna, que no la valore o la entienda”.
Lo que Nina Kraviz consiguió a lo largo de su carrera no fue por ser una “cara bonita”. Fue gracias a una fuerte convicción de amar lo que hace, de respetarse a sí misma y atropellar con música cualquier intento de desprestigio. Si tan sólo otros personajes de la escena tuvieran esta pasión, en Córdoba y en el mundo, sin dudas la música electrónica sería mejor.