La leyenda del house estuvo con Córdoba Beat en exclusiva y habló sobre sus inicios, el oficio de DJ, la escena electrónica de ayer y de hoy y mucho más.
- ¿Cómo te sentís en Argentina por primera vez?
- ¡Me siento genial! Muchos de mis amigos estuvieron aquí ya. Es la primera vez que estoy aquí y se siente muy bien. La gente está siempre con los brazos abiertos. Otros DJs siempre me dijeron que el público aquí era de un alto nivel y que los clubes eran increíbles. Hubo un par de veces en los últimos 10 o 15 años que se suponía iba a venir a Sudamérica pero siempre había cosas que se interponían y las fiestas no se podían llevar a cabo, pero estoy acá y está muy bueno.
- Te has convertido en una leyenda viva de la música house, pero ¿cómo llegó el house a tu vida?
- Básicamente yo empecé en el hip hop. En los comienzos de los 90, cuando recién empecé a ser DJ, yo ponía hip hop y reggae. Y lo que pasó fue que, en ese momento, empecé a hacer beats, ritmos, con mi amigo Todd Terry, a quien yo veía cómo producía y creaba cosas como esas. Entonces quería crear estos ritmos en mi cabeza, quería crear mis propias versiones, mis propios remixes, para tocar luego en mis fiestas. En ese tiempo, era 1985, había un montón de música diferente entrando en el barrio: tenías hip hop, tenías reggae, tenías disco, tenías música alternativa, tenías música latina, tenias funk, soul. Había muchas cosas que estaban sucediendo en ese momento en Brooklyn. El house vino de Chicago y cuando esa música entró yo quedé como “¡Wow! No es tan difícil para mí” y empecé a meterme con eso. Así, poco a poco, empecé a hacer beats y una cosa llevó a la otra. Yo trabajaba en una tienda de discos y en esa tienda yo vendía diferentes tipos de música. A través de mi jefe ahí, él tenía un amigo que estaba instalando un sello discográfico, “Nu Groove records”. Ellos fueron quienes me dieron mi primera imprenta, (“Dopewax”, la cual todavía tengo al día de hoy) para sacar música. Entonces empezamos a sacar discos, unos 10 lanzamientos en vinilo. Ahí fue cuando Louie Vega escuchó una de mis canciones y nos conectaron, al estar atado a Todd Terry, quien ya estaba trabajando con Louie. Nos conocimos en los 90 y el resto ya es historia conocida.
- Más allá de ser DJ de música electrónica, sabemos que sos amante de la música en general. ¿Cómo es tu relación con el resto de los géneros musicales?
- Bueno, como decía, en la tienda de discos había de todos los estilos y también en Brooklyn, donde yo vivo, existen muy diferentes tipos de personas. Por ejemplo, mi barrio era de puertorriqueños, el barrio siguiente era de italianos, el otro barrio por aquí era de afroamericanos y jamaiquinos, el barrio de más arriba era judíos, entonces en toda esa cantidad de culturas, de toda la música que ellos escuchaban, yo me encontraba en el medio. La escuché a toda, sabía que estaba dentro mío y además yo ya tenía el ritmo porque mi papá, al ser puertorriqueño, escuchaba música latina también. Yo simplemente lo tocaba todo. Como DJ (y la mayoría de los DJ más viejos) tocaba todo. Fue natural. Muchos de los DJ de los 70 y 80 en New York tocaban todo, no había un solo estilo, entonces supongo que eso estaba adentro mío. Cuando empecé a producir más y más, incorpore esos sonidos y esas vibras en la música.
- ¿De esa inquietud salió tu proyecto Nuyorican Soul?
- Nuyorikan Soul no sucedió hasta, probablemente, alrededor de 1996. Hicimos mucho remixes en Masters At Work entre 1990 y 1996. Alrededor de 1995 empecé a aburrirme y empecé a incorporar nuevos sonidos, entonces empezamos a invitar a músicos al estudio: saxofonistas, percusionistas, bateristas, diferentes sonidos y así nació Nuyorican. En ese tiempo, también fuimos llamados para hacer remixes para Tito Puente, Eric Palmieri, George Benson, para diferentes artistas y entonces con estos muchachos nos volvimos amigos. Ellos también nos ayudaron mucho cuando creamos el álbum. Nuyorican fue un punto de encuentro de todos, crecimos con eso, está ahí, está dentro mío.
- Viviste los inicios de la escena en los finales de los ‘80 y principios de los ‘90 y estás viviendo la escena en la actualidad. ¿Qué análisis haces de la nueva escena electrónica mundial? Tanto con lo bueno como con lo malo…
- Como tú dijiste, hay buenas y malas. La tecnología para mí es increíble. Vamos a ser sinceros: en mi laptop tengo la posibilidad de llevar un estudio de $500,000, con plugins y todo. Mientras que hace años no podía hacerlo. Pero también hay que poner sobre la mesa a mucha gente que cree que es DJ y no lo es, ¿me entiendes? Es muy simple ser DJ hoy en día. Es muy simple hacer un disco hoy pero al mismo tiempo creo que lo que mantiene a los de nuestra generación es otra forma de ser DJ. Como dije, cualquiera puede tener 200 mp3, una computadora o agarrar una memoria USB y tocar. Pero eso no te pone en el lugar de estar en un club y tener que leer al público, qué le gusta y qué no. Saber por qué tocas los tracks uno atrás del otro. Creo que esa es la parte negativa de la escena, donde todo el mundo cree que puede hacerlo. No estoy enojado con eso, nada más que es una forma diferente de ser DJ. Pero… las cosas evolucionan. Creo que todo está en un buen lugar musicalmente. La música viaja muy lejos por Internet, a lugares donde antes tenías que sacar mucho para llegar. Ahora tenés posibilidades, tenés las redes sociales, tenés Instagram, tenés Facebook. Tenés todas las diferentes herramientas que te ayudan a promocionar tu marca, tu empresa, tu equipo. Mientras que años atrás necesitabas a un gran equipo para hacerlo, necesitadas 20 personas que estén en una oficina para promocionarte. Entonces tiene cosas buenas y cosas malas.
- ¿Y musicalmente hablando?
- Hay muchísima música, eso es lo único. Hay demasiada música. Como dije, es por la facilidad que existe para grabar. Cualquiera puede hacerlo. Hay tantas cosas ahí afuera que es mucho más difícil encontrar.
- Como dijiste antes, en Nueva York se juntan muchas y diferentes culturas. ¿Cómo convivías con esa variedad de música y fiestas? Por ejemplo, ¿la cultura del hip-hop era muy diferente a la del house?
- Ahora si, pero cuando yo era joven era lo mismo. Todo el mundo estaban junto, no existía una línea que dividiera. En las fiestas de los 80 y los 90, todo el mundo estaba junto. Podías ir a un club de Nueva York e ibas a escuchar cinco o seis estilos de música diferentes en una misma noche y era normal, todos seguían la corriente, porque esa era la forma en la que los DJ tocaban. A finales de los 90 y principios de los 2000 fue cuando todo empezó a separarse. La gente empezó a tratarse diferente. Fue como: “¿Escuchas esta música? Oh, no, yo no me meto con eso, no es cool”. Nada era ‘cool’ y la gente se olvidó de experimentar cosas nuevas. Mi mayor problema hoy en día son los teléfonos. Vos vas al club a pasar un buen rato no para estar con tu teléfono filmando todo porque te perdés la experiencia. Porque estás ahí pero al mismo tiempo te perdés la emoción de lo que está pasando en ese momento alrededor tuyo. Por ejemplo, en Buenos Aires no había teléfonos. Había 500 personas y probablemente había 50 teléfonos en todo el lugar filmando. Todo el mundo estaba ahí para disfrutar el momento.
- Tenés una colección de más de 60.000 vinilos, ¿cómo llegaste a eso y qué significa para vos?
- Como dije, trabajaba en una tienda de discos y cuando el hip hop empezó a avanzar y todo salió, todos estaban usando samples. Entonces estaba muy interesado en saber cómo los estaban usando en esos discos. Empecé a coleccionar y lo que pasa cuando empezar a coleccionar es que empezás a aprender sobre ciertos músicos, a aprender sobre ciertos sellos que tienen un sonido específico. Entonces, si te gusta el sonido, empezás a querer saber qué es esa música. Yo, al ser de Brooklyn, absorbí toda esa música, que me introdujo en el jazz…. En el jazz de Alemania, de Francia, música de Inglaterra, música ‘de biblioteca’, entonces empecé a coleccionar toda esa música. Tenés que entender a los discos como si fueran mi biblioteca. Vos vas a la biblioteca a leer libros o educarte a vos mismo en historia. Es lo mismo para mí, básicamente es mi biblioteca. Lo que hice fue en los 90, desde los 90 hasta más o menos el 2002, en los contratos para las fiestas ponía que los promotores me tenían que llevar a una tienda de discos en cada país, en cada ciudad, en cualquier lado. Antes de ir al hotel íbamos directo a las tiendas, porque quería aprender qué era lo que estaba pasando en ese país. Tienes que entender algo: en los 90, un montón de cosas europeas y música de todo el mundo no estaba en los Estados Unidos. Porque la distribución se mantuvo distanciada, entonces el mercado europeo tenía cosas europeas, el mercado sudamericano tenía cosas de acá, hasta que los vendedores de discos empezaron a viajar a estos países para conseguir discos y traerlos de vuelta. Así fue básicamente como sucedió. Siguió girando y girando. Tengo la colección central en mi departamento, en mi casa. Tengo discos en mi estudio, tengo discos en un garaje, tengo discos un depósito, pero el único motivo por el cual tengo los discos en mi depósito es porque me estoy por mudar pronto, entonces empecé a mover cosas al depósito, cosas que no necesito ahora mismo pero así es básicamente cómo pasó.